sábado, 1 de febrero de 2014

La obra del mes: Mural de San Agustín


Esta impactante pintura mural al fresco ocupa la totalidad de la bóveda central de la iglesia del convento de Jesús, María y José, de las Agustinas Recoletas. De estilo barroco y realizado por la escuela sevillana, entre 1734 y 1766, se recogen escenas de la vida de san Agustín, así como de otras santas de la orden.
A modo de trampantojo, se representan cuatro escenas de la vida del santo entre arquitectura fingida (cúpulas, ventanas, cornisas, rojas columnas y pedestales). Sobre el entablamento de cada una de estas cuatro escenas aparecen cuatro tondos.



La primera de las pinturas recoge la escena de San Agustín lavando los pies de Cristo. Se desarrolla en el interior de una sala, y aparecen Cristo, sentado en una sede, acercando el pie a San Agustín, que arrodillado se dispone a lavarlo. Sobre un rompimiento de gloria es testigo de la escena Dios Padre, rodeado de ángeles.


El tondo que corona esta escena es un fresco de santa Limbania, santa genovesa protectora de los animales. Vestida con hábito agustino, tiene a su lado un animal (posiblemente un león, animal que aparece en otras representaciones iconológicas de la santa), que sostiene entre sus manos, mientras otro aparece de modo secundario.


La siguiente escena representa el momento en que san Agustín es consagrado obispo de Hipona y recibe la mitra ante la presencia de otros tres obispos y de la Trinidad, presente desde el cielo.


El escudo de los agustinos está pintado en el tondo de esta escena. Rodeado por angelitos, un capelo cardenalicio cubre un corazón en llamas atravesado por una flecha.


El éxtasis de san Agustín es la tercera escena que aparece en la bóveda del convento. El santo aparece arrodillado frente un crucifijo, y recibe la visita de la virgen María en un rompimiento de gloria.


El tondo que corresponde a esta tercera escena representa a santa Rita de Casia, como aparece en la cartela que la precede. En actitud orante, visiona a Cristo en la cruz, quien estigmatiza a la santa en la frente con una astilla de madera.


Una escena de la vida del santo ocupa el último de los espacios. Recoge una predicación de Agustín ante otros sacerdotes, mientras lo observa María desde el cielo.


En el último tondo aparece la abadesa y santa Clara de Montefalco portando sus atributos: un corazón en una mano (aludiendo al milagro de su corazón, en el que encontraron símbolos pasionarios tras su muerte, y le fue extraído) , y en la otra una balanza, aludiendo al juicio al que fue sometido ante Dios durante una visión de éxtasis que sufrió mientras era abadesa.


En la clave de la bóveda encontramos un último fresco con un rico marco. La escena representa la coronación de la Virgen María. Ésta aparece en el centro, recibiendo la corona de manos de Dios Padre y de Jesucristo, mientras una paloma, representando al Espíritu Santo, se sitúa sobre su cabeza.

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