miércoles, 29 de diciembre de 2010

A. Sánchez Moguel recuerda su pueblo

Medina Sidonia, mi ciudad natal, es una de las poblaciones más agustinas de España.
Agustino era el principal de sus conventos de frailes, en el cual se veneró siglos enteros la devotísima Patrona de los medinenses, Nuestra Señora de la Paz.

Agustinos también son los dos únicos conventos de monjas que ha tenido y tiene la ciudad de Guzmán el Bueno, Recoletas las primeras y Calzadas las segundas. Y es tal la devoción al Santo Obispo de Hipona, que pocas serán las familias que no tengan quien lleve ó haya llevado el nombre de San Agustín ó el hábito de las Agustinas.

Para el que esto escribe, además de los motivos comunes con sus paisanos, hay otros, ya de familia, ya personales, que ligan aún más estrechamente su corazón y su memoria con los recuerdos agustinos de su pueblo.
Entre los bienhechores de las Calzadas, figuran, muy en primer término, parientes suyos, cuyos retratos se ven en el coro bajo la iglesia.
El lindo altar, primero de los laterales, del lado de la Epístola, es el altar que fué del oratorio de su casa, ante el cual elevó al Señor sus oraciones de niño.
Y en los locutorios de las monjas, y para ellas sólo, allá, a los siete años, hacía sus primeras armas, ya recitando los sermones que oía, ya permitiéndose componer otros (les llamaremos así) que aquellas benditas religiosas elogiaban como buenos, porque ellas eran buenísimas.


Escrito por Antonio Sánchez Moguel, publicado en la Revista ‘La Basílica Teresiana’, número 15 año II de Salamanca, el 15 de diciembre de 1898

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